La matriz mediática para despojar de responsabilidad a EE.UU. en el conflicto colombiano: mitos y falacias sobre la relación de Nicolás Maduro con el ELN

Múltiples son las falacias que se han propalado por los medios tanto de la derecha colombiana como estadounidenses sobre los vínculos de la insurgencia del ELN con el mandatario venezolano Nicolás Maduro.

POR DANNA URDANETA /

«El ELN es una guerrilla binacional» fue la última frase marketinera para preparar una opinión pública favorable a una intervención militar en Venezuela.

La afirmación reduce el conflicto a la responsabilidad de dos Estados, omite las razones del alzamiento armado en la región y despoja a EE.UU. e Israel como copartícipes del origen del conflicto, su responsabilidad en la creación y fortalecimiento del paramilitarismo y el escalamiento de la guerra.

Esta falsa premisa encubre la militarización vigente de fuerzas mixtas en la frontera con Venezuela: el Comando Sur, las Brigadas de Asistencia a las Fuerzas de Seguridad (SFAB), el Comando contra el Narcotráfico y Amenazas Transnacionales (Conat) del Ejército colombiano, el Grupo Antiterrorista (Grate) de la Policía colombiana, los paramilitares de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), también conocidas como Clan del Golfo, los grupos paramilitares que se disfrazan de «disidencias» (Décimo Frente, Frente 28 y Frente 45), mercenarios estadounidenses y colombianos, entre otros.

El 6 de julio de 2017 el Censo socioeconómico de la Universidad Nacional de Colombia arrojó 54 excombatientes de Venezuela en las filas de las antiguas FARC-EP, sin contar deserciones o caídas en combate en medio siglo. ¿Esto también hizo de las FARC-EP una guerrilla binacional?

Si sumamos la participación de la holandesa Tanja Nijmeijer o Alexandra Nariño y la francesa Audrey Millot o Natalie Mistral, ecuatorianos, panameños, más el conocimiento que pudimos establecer en Colombia de guerrilleros comunistas brasileños y chilenos que murieron en combate, ¿se podría afirmar que esta guerrilla fue un ejército internacional?

Sin ninguna evidencia probatoria las cloacas mediáticas colombianas e internacionales novelan en torno de la ubicación de campamentos del ELN en territorio venezolano.

Cooperación e internacionalismo

La clase dominante despoja sin fronteras. La política internacional contrainsurgente estrena un ciclo en Colombia durante 1964, teniendo como resultado inherente las resistencias. ¿Alguien recuerda que el cura español Manuel Pérez Martínez fue primer comandante del  Ejército de Liberación Nacional (ELN)? Nadie dijo que el ELN era una guerrilla binacional colombo-española. La guerra mediática y simbólica es contra Venezuela.

Al ser garante Venezuela del proceso de paz entre el Estado colombiano y el gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez con el ELN este mito de una guerrilla binacional se vuelve tendencia. Ecuador y Perú cooperan con el Estado colombiano en la lucha contrainsurgente mientras el internacionalismo popular se estigmatiza. La participación de países fronterizos con Colombia en la guerra va más allá de la soberanía y de «contener el conflicto», es una política antipopular para aniquilar el alzamiento armado.

El antiguo imperio binacional de Los Rastrojos

Este año Wilfredo Cañizares, presidente de la Fundación Progresar en Norte de Santander, denunció que Wilfrido de Jesús Torres Gómez, alias ‘Necoclí’, actual jefe de las AGC en el departamento, tuvo un imperio paramilitar binacional (sí, de paramilitares colombianos y venezolanos) con Casas de Pique (sí, descuartizamientos) en ambos lados de la frontera, cuando comandó a Los Rastrojos y eran aliados del cantinflesco Juan Guaidó.

¿Cuáles medios y especialistas denunciaron a ‘Necoclí’ como jefe de un grupo paramilitar binacional? Al respecto recomendamos leer «Relaciones diplomáticas con Colombia y el posicionamiento paramilitar», donde esta cronista expone una tesis sobre la estrategia imperial que ejecutan las AGC para tomar el control de los recursos naturales en Venezuela.

La expansión silenciosa de los paramilitares de las AGC no existe a los ojos de los  investigadores Andrés Antillano, Andrés Cañizález y Brahm Ebus de Crisis Group Latinoamérica; Jeremy McDermott de Insight Crime (ambas organizaciones financiadas por el especulador financiero George Soros); Socorro Ramírez de la delegación de paz de Juan Manuel Santos; María Victoria Llorente de la Fundación Ideas para la Paz (organización financiada por el empresariado de ultraderecha de Colombia); Ronal Rodríguez del Observatorio de Venezuela de la conservadora Universidad del Rosario de Bogotá; así como de algunas voces en los medios del establishment colombiano El Espectador, El Tiempo, Revista Semana, Caracol, RCN, El Colombiano, entre otros, ya que sobre esta realidad del conflicto no hay estudios, informes ni denuncias como sí los hay contra el ELN, a pesar de que las AGC se tomó 12 departamentos en Colombia durante el paro armado de la primera semana de mayo de 2022.

Venezuela como «paso obligatorio» del ELN hacia Cuba

Desde los mandatos de Carlos Andrés Pérez hasta hoy Venezuela ha sido territorio neutral para los procesos de paz en Colombia. El Acuerdo de Cravo Norte, los Diálogos de Caracas y Tlaxcala con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar son muestra de ello. Nicolás Maduro o Hugo Chávez no se inventaron que las guerrillas pueden reunirse en Venezuela para hacer la paz con justicia social.

El 7 de marzo de 2008, durante la XX Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del Grupo de Río, Hugo Chávez afirmó que comandó tropas en territorio colombiano cazando guerrilleros y guerrilleras porque los gobiernos de la Cuarta República asumieron acuerdos secretos en la guerra como un conflicto común. Por esta razón, afirmó Chávez, las guerrillas atacaban al Ejército venezolano, ya que éste hacía parte del conflicto. Cualquier parecido con el conflicto transfronterizo actual es pura coincidencia.

¿Los argumentos expuestos niegan la realidad de que por convicción y/o extrema pobreza adolescentes, hombres y mujeres nacidos en Venezuela, sean combatientes del ELN, las FARC-EP Segunda Marquetalia, grupos paramilitares como las AGC, el Décimo Frente, el Frente 28 y el Frente 45 o que acepten trabajar con inteligencia colombiana y gringa? No, pero aportan una dimensión justa al debate.

Muy bien afirmó el presidente Gustavo Petro en la carta de solicitud a Nicolás Maduro para que Venezuela fuera garante del proceso de paz: «El Gobierno y el pueblo de Venezuela siempre han trabajado de manera eficaz en los procesos de paz de Colombia».

¿Venezuela es garante o parte?

Ser garante significa que Venezuela participará en la mesa de diálogos trasladando al ELN desde Colombia o la frontera venezolana hacia Cuba y las ciudades del mundo que se definan como sedes en cada ciclo. También implica que será país intermediario en la discusión para que se cumplan los protocolos del proceso de paz y las partes respeten los protocolos. Según César Pável Rondón, exembajador de Venezuela en Colombia, no es la primera vez que Caracas cumple este rol, aunque en el pasado fue de manera extraoficial.

El presidente Gustavo Petro invitó a su homólogo Nicolás Maduro a que el gobierno de Venezuela sea garante en el proceso de paz que se reinicia con el ELN.

Recientemente medios y especialistas mencionados afirman que Venezuela más que garante es parte indispensable del proceso de paz para generar confianza y garantizar la desmovilización del ELN en ambos países. Esta visión es reduccionista pero favorable a la comprensión del conflicto, que tiene su origen más violento en Colombia, como un conflicto de carácter regional y no solo como una confrontación nacional. Solo que esta afirmación libera de responsabilidades a Ecuador, Perú, Brasil y Panamá.

El peligro de analizar solo a Venezuela como parte del conflicto radica en que la responsabiliza del éxito o fracaso del proceso de paz con el ELN. Se le otorga no solamente una alta responsabilidad política como garante del proceso de paz, sino por el borrón intencional que se hace de la identidad y autonomía del ELN, borrón que es funcional a la estigmatización de Venezuela como un país patrocinador del «terrorismo».

Es decir, posicionar a Venezuela y al ELN como centro del debate sobre la guerra y la paz es despojar la responsabilidad de EE.UU. en la guerra, legitimar el Acuerdo OTAN y las bases militares gringas en territorio colombiano, como si la injerencia, el carácter genocida y paramilitar de la oligarquía colombiana no fueran punto de partida del prolongado conflicto. Estas voces buscan, en definitiva, el fin del ELN, no el fin del conflicto ni un Acuerdo de Paz.

@dannavenezolana

Resumen Latinoamericano

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