POR OCTAVIO QUINTERO
La ONU incentiva el narcotráfico con la prohibición a las drogas… “Creo que esto hay que discutirlo”: Gustavo Petro, presidente de Colombia.
“No podemos hablar de paz total si no le buscamos una solución al problema del narcotráfico”: Álvaro Leyva Durán, canciller de Colombia.
La paz total de Gustavo Petro suena a pleonasmo, como dice Kant de la paz perpetua. La palabra paz significa relación de armonía entre las personas (RAE). Y eso es o no es. Si, como da a entender el Canciller, la paz total es porque cobija a todos los grupos al margen de la ley, se debió utilizar un eslogan más elástico, como “paz de puertas abiertas”. Ya sé que esta acotación no cambiará nada, pero, al menos, me deja en paz con mi consciencia, como hice con el contrasentido contenido en la “paz con legalidad” de Iván Duque, pues, nunca entendí (ni entiendo todavía) que pueda haber una paz con ilegalidad.
Ya veremos destilar ironías de la oposición cuando el nuevo gobierno trate de armar las “trizas” del Acuerdo de Paz, Santos-Farc, que al cabo de 6 años nos deja a los colombianos una visión apocalíptica sobre crímenes de líderes sociales y defensores de derechos humanos, asesinato de excombatientes, el dominio del narcotráfico en varias zonas del país, el auge del ELN, el renacimiento de las Farc (Marquetalia II y Disidencias), la conducta de la Policía frente a la protesta social y, en estos momentos, el “plan pistola” del Clan del Golfo.
Parece que el canciller Leyva ya cayó en cuenta que la paz total a través del diálogo es un imposible con todos los alzados en armas porque, si al principio hablaba de “sometimiento”, hoy habla de “acogimiento”. Es decir, si le entiendo bien: o todos los grupos se “acogen” a unos protocoles consensuados, o el Estado, a través de la fuerza, los “somete” a la ley.
Todos convendríamos en aceptar que el conflicto armado tuvo un origen político que se tornó ininterrumpido tras el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán (1948). Por eso se pactó el Frente Nacional (1958), con el fin de que no nos siguiéramos matando: los unos por conservadores y los otros por liberales…
Pero, con el paso de los años, la explosión del narcotráfico (1980) se hizo al servicio de los alzados en armas, al punto que, hoy puede afirmarse que ninguno lucha por un mejor bienestar del pueblo sino como brazo armado de algún capo. Es por lo que la paz total de Petro pasa por un camino largo y lleno de intereses económicos y financieros, pues, el mercado mundial de cocaína, marihuana, morfina y drogas sintéticas, valorado por la Oficina de Drogas y Crimen de la ONU, mueve 650.000 millones de dólares anuales.
El Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación estima que los bancos más grandes del mundo, como JPMorgan y Bank of New York (EE.UU.); HSBC y Standard Chartered (Reino Unido) y Deutsche Bank (Alemania), lavan cerca de 200.000 millones de dólares anuales de narcotraficantes.
La banca colombiana, por supuesto, no es ajena al lucrativo negocio. La más reciente cifra de producción de cocaína anual en Colombia habla de 951 toneladas. Si en EE.UU. el kilo se cotiza a COP$4,4 millones, se puede estimar que el negocio total equivale a COP$4,18 billones. La fabulosa suma que denuncia Juan Ricardo Ortega, exdirector de la DIAN, de 50.000 millones de dólares escondidos en paraísos fiscales, no es algo que pueda calificarse como traído de los cabellos, porque él mismo se basa en datos reportados por el Bank For International Settlements (BIS).
Es una utopía la paz total, –añadimos– si la banca no cierra la puerta a los miles de millones de dólares que lavan anualmente los narcotraficantes en Colombia.
Hemos visto muchas reuniones entre altos funcionarios de Estados Unidos y el nuevo gobierno de Colombia: seguro esto del narcotráfico está sobre la mesa, porque la paz total de Petro pasa, también, por cambiar la lógica de la guerra impuesta por el Pentágono, que hace que todo lo relacionado con el negocio nazca y muera en Estados Unidos.
Tal vez, el momento de la esplendorosa posesión de Petro haya opacado su cruda acusación a la ONU de “incentivar el narcotráfico con la prohibición a las drogas… Y creo que esto hay que discutirlo”, añadió… ¿Con quién?, preguntamos: ¿a nivel de la ONU o con EE.UU?: That’s the question.
Conclusión: si el escollo más grande de una paz total en Colombia pasa por “buscar una solución al narcotráfico” como dice el canciller Leyva, entonces, la “solución” parte más de Washington que de Bogotá. Vamos a ver si es cierto que las negociaciones en torno a este tema se desarrollarán “entre iguales”.
Fin de folio.- Escondan a Pelosi, si quieren seguir con el discurso de que el futuro de la humanidad está en manos del nuevo paradigma feminista.
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