POR JOSÉ ARNULFO BAYONA* /
Millones de personas no cesan de movilizarse en todos los países del mundo, para solidarizarse con el pueblo palestino, víctima del genocidio a manos del régimen nazi–sionista de Israel. Plazas y avenidas de las metrópolis y ciudades capitales del mundo repletas de manifestantes, principalmente jóvenes, campus universitarios de cientos de universidades de los Estados Unidos y los países europeos tomadas por las juventudes estudiantiles, agitan la consigna Free, Free Palestina, Libre Palestina libre, que simboliza la exigencia al régimen sionista de parar el genocidio del pueblo palestino, sometido a la más cruel y sanguinaria campaña de exterminio.
Con el pretexto de escarmentar el deplorable atentado y liberar los rehenes, ejecutado el pasado 7 de octubre por las milicias palestinas de Hamás contra Israel, en el que produjeron más de mil muertos, centenares de heridos y cerca de 250 israelíes tomados como rehenes, el régimen del mandatario nazi-sionista Benjamin Netanyahu, ha desatado una desgarradora devastación de dos millones de palestinos que habitan confinados en la Franja de Gaza. La orden del genocida gobernante israelí al Ejército sionista fue exterminar la población, descargar sobre los y las habitantes de Gaza toda la violencia de la que puede ser capaz uno de los Ejércitos más dotados, más poderosos y más sanguinarios del mundo, sobre un pueblo gazati que carece de Estado y de ejército propio.
La brutal ofensiva aérea y terrestre, que ya supera los nueve meses, incluye mortíferos bombardeos con bombas racimo y fósforo blanco, prohibidas por las Naciones Unidas, y ataques terrestres con artillería de última generación, que no parará hasta tanto no “eliminen el último miliciano de Hamás y rescaten la totalidad de los rehenes”, ha causado la destrucción de edificios públicos, hospitales, escuelas, colegios y universidades, campos de refugiados, centros deportivos, iglesias cristianas, católicas y musulmanas, calles, avenidas y casas de habitación y conjuntos residenciales. Las imágenes de noticieros y redes sociales difundidas por el mundo, muestran una Gaza devastada, convertida en escombros y en ruinas, un pueblo que no puede huir del suplicio, porque no tiene a donde ir; que, en medio de las bombas y las ráfagas mortíferas de ametralladoras del ejército de ocupación de sionistas que la invaden, recoge sus muertos y heridos, con sus cuerpos ensangrentados y sus seres queridos, desmembrados acuestas, claman ante la comunidad internacional solidaridad, comida, medicamentos, agua y, sobre todo, que detengan ya la atroz matanza.
Al día de hoy, los datos entregados por organismos internacionales, dan cuenta de más de 40.000 palestinos y palestinas civiles desarmados, masacrados, 30.000 de los cuales, son niños, niñas, mujeres y ancianos, cerca de 100.000 heridos y mutilados; miles de sepultados entre los escombros de los edificios devastados, aún no encontrados y cientos de miles de hombres, mujeres, niños, niñas y ancianos, sobrevivientes, hambrientos, aterrorizados, desesperanzados, que huyen en interminables ríos de gentes en busca de refugio a la localidad de Rafah, que también ha sido bombardeada y ametrallada.
Mientras que millones de gentes de los pueblos de los cinco continentes, solidarios con el pueblo palestino, atiborran las calles, las plazas y los campus universitarios y exigen que “cese el genocidio ya”, “libertad para el pueblo palestino” y “castigo al genocida Netanyahu y su séquito de muerte”, la ONU exige u ordena un cese al fuego y la Corte Penal Internacional (CPI) le dicta orden de captura al fascista mandatario israelí.
Sin embargo, el criminal de guerra israelí, continúa la escalada arrasadora de violencia, que causa diariamente decenas de muertos, heridos y desaparecidos, que deja un pueblo devastado y al borde de extinción, verdadero objetivo sionista desde la Nakba desencadenada en 1948 y “sostenida a lo largo de 76 años de negación, desposesión, humillación del pueblo palestino” (Bichara Khader). Dicho sea de paso, el pueblo palestino, siente que está siendo sometido por el régimen nazi–sionista a una segunda o tercera Nakba.
Estados Unidos, junto con sus aliados y subordinados gobiernos de la Unión Europea, mientras apoya a Israel con poderosa artillería, bombarderos ultramodernos, la flota naval, tanques de guerra de última generación y millones de dólares, son cómplices activos del genocidio permanente al que ha estado sometido el pueblo palestino durante mas de siete décadas. El presidente Biden, hipócritamente, presionado por la coyuntura electoral, ha manifestado socarronamente su preocupación por la matanza de Gaza y solicita cese el fuego, pero continúa apoyando el genocidio.
El Gobierno colombiano ha condenado enérgica y valerosamente el genocidio y se ha sumado a los países solidarios que rompieron relaciones con el régimen sionista, exigiendo que cese su cruel empeño de humillar y exterminar al pueblo palestino.
El pueblo judío, no sionista, se moviliza en Israel contra la guerra y exige parar la matanza y el regreso con vida de los rehenes. La ONU, que despojó a los palestinos de su territorio, ahora impotente, adopta resoluciones que “ordenan” parar la matanza; el gobierno nazi-sionista las ignora y continúa con su campaña de crímenes de lesa humanidad. El pueblo palestino ensangrentado, llora sus muertos y deambula entre los escombros de Gaza destruida, en busca de sus hijos, esposos y esposas, mientras se muere de hambre porque la bestia israelí no permite el ingreso de medicamentos, alimentos, ni agua.
Stephen Kapos, sobreviviente del holocausto, ha declarado que “lo que están haciendo a los gazatíes es un insulto a la memoria del holocausto”, los bombardeos indiscriminados a escala industrial han matado miles de mujeres y más de 16.000 niños. Este es el mayor infanticidio de la historia, tratan a los palestinos como animales, los humillan y los someten al escarnio público con la intención de deshumanizarlos para justificar el exterminio, “toda esta humillación es similar a lo que nosotros experimentamos….como algunas acciones de los nazis para deshumanizar, completamente cruel”, asegura el sobreviviente del holocausto judío.
Es desgarradoramente doloroso ver imágenes de niños sobrevivientes, sin una pierna o sin un brazo, deambulando con su vida rota, huyendo entre los escombros de los bombardeos y el tableteo de las ametralladoras, prendidos de un hilo de esperanza para encontrar a su madre y/o a su padre, hallar un refugio para salvar su familia o morir juntos. Los niños y las niñas palestinos son objetivo militar del sionismo, porque saben que asesinándolos le matan el futuro a Palestina.
Los Estados Unidos, con sus bombarderos, sus tanquetas y sus millones de dólares, son criminales de guerra que ha dejado a la niñez palestina sin futuro, porque junto a los nazi–sionistas destruyeron su patria, sus casas, sus familias, sus escuelas y asesinaron sus maestros y maestras.
Los pueblos movilizados en gigantescas multitudes que colman las calles de todas las ciudades del mundo, se solidarizan con el dolor del pueblo palestino, exigen parar el genocidio, ¡también lloran por ti Palestina!
*Miembro de la Red Socialista de Colombia y Fiscal de la Asociación Nacional de Educadores Pensionados (ANEP).