POR BEATRIZ VANEGAS ATHÍAS
Como titulo esta columna llamó en el prefacio Jean Paul Sartre a uno de los efectos que iba a causar la lectura del libro Los condenados de la tierra de Frantz Fanon, el autor de Martinica que en 1961 con este clásico se convirtió en guía y alimento espiritual en la lucha por la liberación de los pueblos herederos de la colonización europea, es decir, los antes llamados países subdesarrollados, hoy nombrados en vías de desarrollo. Este libro lo ha leído y releído la doctora Francia Márquez, nuestra vicepresidenta de la República, pues nada en ella hay impostado, desde la enunciación del movimiento político que la llevó a ser la fórmula del hoy presidente Gustavo Petro (Soy porque somos), pasando por la filosofía que sustenta su programa político (Del vivir sabroso) hasta la soberbia y el habla que emplea ante interlocutores como la ‘periodista’ Vicky Dávila sobre quien hay suficientes evidencias de que sus saberes comunicativos están al servicio de aquellos que por décadas han sido los colonizadores u opresores de pueblos y pueblos colombianos a quienes hoy representa la vicepresidenta de la República, Francia Márquez.
La llegada al poder de Gustavo Petro y Francia Márquez está haciendo agua al falso humanismo racista colombiano; a esos que hablaban de paz, igualdad, derechos, educación; hoy los vemos y oímos burlando a la Vicepresidenta por su postura corporal y porque se “atreve” (están bien usadas las comillas) a expresar su rabia en un habla que no se parece a la eufemística llena de clichés y lugares comunes que ha sido la de la infamia en Colombia: seguridad democrática igual crímenes de Estado y masacres a granel; economía fraterna igual enriquecimiento de mis socios; confianza inversionista igual fluctuación de dineros de la mafia.
Este striptease del humanismo que a pesar de todo y todos en contra está realizando el gobierno del Pacto Histórico en un país aún muy colonial y, por ello, pacato y desigual, muestra, como dijo Sartre, la exquisita justificación del pillaje de gobiernos armados hasta las partes pudendas que han predicado la no violencia, pero auspician al verdugo. Francia Márquez y su “de malas” que escandaliza y sonroja representa la violencia de los verdugos, porque esa cólera implícita en la expresión de la Vicepresidenta es justamente el único reducto de su humanidad. De su humanidad y la de millones de colombianos que la votamos. Porque, ¿qué es lo único que décadas de gobiernos fascistas le ha dejado al colombiano pobre? Yo creo con Sartre, con Fanon y con la renovada violencia que solo han dejado una inmensa cólera. ¿O ustedes ven humanidad en el impecable y ofídico verbo de la periodista que la entrevistó?
Hay que volver (y los que no, les sugiero leerlo) a Frantz Fanon y Los condenados de la tierra, para honrar la dignidad de la Vicepresidenta, para leer sin ignorancia sus actos, gestos y expresiones. Esa élite, sí esa élite bogotana, caleña, barranquillera, cartagenera, sincelejana, bumanguesa, paisa, ha sido colono y en la medida que han oficiado como opresores, ellos están oprimidos.
La descolonización sólo llegará con esa violencia que ejercen y que no puede controlar la oposición ni la prensa pagada ni los falsos mesías; ése no dejar gobernar a una fuerza política de izquierda, aturdiéndolos con un escándalo semanalmente, caricaturizándolos de manera salvaje, sólo esa violencia que esas fuerzas colonizadoras ejercen, logrará descolonizarlos, aunque suene paradójico, porque los desnuda y los muestra de qué están hechos.
El Espectador, Bogotá.
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