La estocada final del ‘lawfare’ en Argentina

Cristina Fernández de Kirchner, principal referente político de Argentina.

CRONICÓN.NET /

La crisis civilizatoria generada por el capitalismo con su criminal modelo económico, el neoliberalismo, está generando gran preocupación en los sectores concentrados del poder económico, los cuales ya no se esfuerzan por mostrarse permeables a las necesidades de las mayorías, sino que, sin esconder su despotismo y desprecio por los capas populares, modula su discurso en torno del odio, la ignorancia, la proscripción política de los líderes sociales y progresistas, la exacerbación de una ética particular, utilizando ya no a las fuerzas militares, sino el poder fáctico del denominado “partido judicial”, mediante el ‘lawfare’ como arma principal. Eso es lo que se puede observar con la inicua condena proferida por unos jueces venales contra la principal referente política de Argentina, la exmandataria y actual vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner. Es en definitiva, la estocada final de la guerra jurídica en este país suramericano.

Esta crisis general del capitalismo a nivel mundial, requiere de los sectores populares una movilización social, con alto contenido ideológico, que sea capaz de enfrentar, con nuevas armas, desde la intelectualidad y las vías democráticas a las mafias del poder concentrado, proponiendo alternativas político-sociales, no solo que contemplen a los excluidos, sino que también garanticen el desarrollo de los sectores medios, comprometiéndolos con un sistema que los haga parte, mostrando un camino de crecimiento económico, buscando una reparación histórica de la llamada “acumulación originaria” que da nacimiento al sistema capitalista “chorreando lodo y sangre”.

Históricamente en la Argentina, eso se logró en una alianza estratégica de los sectores medios con los más necesitados de la sociedad, como lo fue en los inicios del siglo XX el radicalismo de Hipólito Yrigoyen, y posteriormente el peronismo, tras la aparición en escena de Eva Duarte de Perón y Juan Domingo Perón, generando las bases para que ya en los inicios del siglo XXI Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner impulsaran una transformación política y social que devolviera a los sectores excluidos la esperanza de vivir en un país más justo, que los contemple, no los excluya y les ofrezca un proyecto de desarrollo social y personal, con movilidad social ascendente. De ahí la afortunada frase del dirigente e intelectual John William Cooke para explicar el peronismo como «el hecho maldito del país burgués».

Este tipo de movimientos políticos ha generado a lo largo de la historia, el temor y el pánico de los sectores concentrados de la economía, que ven, ante la movilización social, peligrar sus privilegios históricos, logrados a base de genocidios, extorsiones, saqueos y opresión al pueblo.

Es por esto que, tanto en Argentina como en América Latina, la mafia del poder concentrado representada por el criminal establishment, ha generado en los últimos años, un sistema de cooptación de jueces y magistrados de altas cortes que le permite, luego de controlar los medios masivos de comunicación, corromper y manipular los sistemas judiciales, utilizando una herramienta que la hacen aparecer con el barniz de “republicana”, exclusivamente en beneficio de sus intereses, dándole supuesta legalidad a sus negociados, y encarcelando a los líderes populares que demuestran tener el coraje de enfrentarlos y muestran tener ascendencia social que los respalde. Ya se vio con el hoy presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, e incluso con el mandatario de Colombia, Gustavo Petro, quien debió enfrentar los rigores de la guerra judicial y los ataques de las cloacas mediática de la derecha cuando fue Alcalde de Bogotá.

El lawfare proscribiendo a dirigentes y líderes políticos del progresismo latinoamericano avanza a la medida de la conveniencia del criminal poder concentrado y de los sectores de ultraderecha. En esta oportunidad busca cumplir, entre otros, con el objetivo de la proscripción a Cristina Fernández de Kirchner, así como con el disciplinamiento a toda la dirigencia política del peronismo que hoy a través de la coalición denominada el Frente de Todos gobierna Argentina. Aquel que se anime a discutir el poder económico en serio, que propugne distribución equitativa de las riquezas, será perseguido por “el partido judicial”, cuyos principales operadores se encuentran en entredicho por sonados escándalos de corrupción.

Uno de los objetivos estratégicos del lawfare es el de desprestigiar la política, como actividad participativa de la sociedad, buscando y logrando que cada vez menos ciudadanos se interesen o animen a incorporarse a la militancia y al compromiso con el desarrollo colectivo de la sociedad.

Argentina con la infame condena sin pruebas contundentes a Cristina Fernández se está jugando su presente y su futuro. El hecho de condenarla a esta lideresa popular, la principal referente política del país en toda su historia, después de Evita, sacándola de toda contienda política, con intentos de magnicidios, persecuciones judiciales, lo que busca es favorecer a las mafiosas derechas lideradas por el sector del impresentable expresidente Mauricio Macri para que en los comicios de 2023 retornen a la Casa Rosada con el único fin de volver a su ya conocida acostumbrada tarea: saquear el país.

Hace más de una década Cristina Fernández de Kirchner fue condenada mediáticamente por el oligopólico Grupo mediático Clarín. Hoy, la mafia judicial en una causa a todas luces manipulada, convirtió ese odio en una sentencia ilegítima que lleva la firma del antiperonismo y un deseo inconfesable: acallar toda voz progresista y controlar el proceso democrático argentino.

Por lo anterior muy seguramente los sectores populares se movilizarán para luchar contra el aparato mafioso judicial al servicio de la ultraderecha argentina y enfrentar por las vías democráticas a  los “gerentes del poder real”, haciéndoles saber que hay un pueblo comprometido con la libertad, la democracia y el interés supremo de esta nación. La movilización popular, debe pugnar no solo por reivindicar la figura de su máxima estadista dirigente, sino por las ideas y la doctrina a las que representa.

“Cuando los pueblos agotan su paciencia, hacen tronar el escarmiento”.

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