POR ROBINSON SALAZAR PÉREZ* /
Ecuación de Adolfo Sánchez Vázquez entre
“lo deseable, lo posible y lo realizable”.
Introducción
América Latina cuenta con un sur de trayectoria insumisa, luchas contra invasores y gestas libertarias, también cruentas confrontaciones internas entre sus naciones integrantes del mosaico de países, sin dejar de lado las rivalidades en el seno de sus pueblos, donde terratenientes, gamonales, extractivistas, terratenientes y ganaderos han disputado y reñido contra campesinos, obreros y pueblos originarios cuando han reclamado y resistido contra el despojo, saqueos y desalojos de sus propiedades y pertenencias.
En un Sur curtido en la lucha, con mucho nervio de resistencia, pero casi siempre bajo la sombra del abandono y desprotección del Estado, los gobiernos en turnos, quienes han preferido cobijarse bajo el paraguas de la usurpación del capital y dar la espalda o echar en el olvido al pueblo, aunque en las Constituciones de sus naciones aparece el Pueblo como el soberano o quien ejerce la soberanía de la Constitución.
Hoy de nueva cuenta el Sur está en movimiento, la tierra rebelde agita a sus hombres y mujeres, buscan la salida hacia una realidad donde todos puedan participar para construirla y los bienes sean equitativamente distribuidos, atesoran frases, ideales, rememoran luchas ancestrales y recientes, pero el sendero de la lucha no es favorable para dar un gran paso agigantado, debido a que los gobiernos con perfil “progresistas” no son los vehículos apropiados para dar cuerpo al movimiento reivindicativo.
Hoy observamos algunos gobiernos que han arribado vehiculizados en el tren de la efervescencia de la crispación, los vientos de crisis, las protestas de estudiantes, alud de desocupados, movimientos populares locales y denunciantes de los destrozos extractivistas, con una narrativa cargada de esperanza, lluvia de promesas y compromisos, pero en su contenido real carecen de una idea de transformación construida con sujetos de y desde abajo, tampoco fraguan un eje de articulación de ideas con fuerzas aglutinadoras a partir de la esencia del cúmulo de demandas sembradas en cada protesta; adolecen de terrenalidad dialogante para armar acuerdos con la multidiversidad de movimientos populares a lo largo y ancho de cada nación, el discurso confrontativo no alimenta ni da paso a la idea de unidad para renovar y cambiar la situación de agobio, mucho menos conecta el pasado con el presente para abrir nuevos espacios de actuación política, negando así el desconocimiento de la realidad social, donde cada sujeto colectivo inserto en una localidad tiene su historia propia y es importante descubrir la manera de enlazar las distintas historicidades en una pieza discursiva aglomerante.
Frente al escenario sociopolítico está la discordancia acuerpada en un portentoso enjambre que viene esgrimiendo el renacer de la derecha más ortodoxa, virulenta y siniestra, quizás temible como las dictaduras, aviesa en sus intencionalidades, perversa en su comportamiento e ignominiosa en el discurso injurioso, clasista, rabioso, discriminatorio y prepotente.
Es una derecha reenganchada en los abrevaderos del nazismo, ataviada de un discurso clasista, antinmigrante, nacionalista chovinista, defensor de la propiedad privada y reclamante del uso exclusivo en la dirección del Estado, la política y el erario. Es una vuelta a la usanza del hacendado o dueños de las estancias en épocas de la colonia y colonizaciones desatadas en los años 1800 en adelante.
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*Universidad Autónoma de Sinaloa, México.
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