LA JORNADA /
La actitud vertical de la mandataria mexicana frente a las pretensiones de la Casa Blanca de imponer sanciones del 25 % a las exportaciones de la nación azteca a EE.UU., hizo reversar la atrabiliaria intención del presidente Donald Trump.
En efecto, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo rechazó categóricamente “la calumnia que hace la Casa Blanca al Gobierno de México de tener alianzas con organizaciones criminales, así como cualquier intención injerencista en nuestro territorio”, en referencia al comunicado en el que Washington acusa a Palacio Nacional de proporcionar “refugios seguros a los cárteles para que se dediquen a la fabricación y el transporte de narcóticos peligrosos”, así como de sostener con los grupos delictivos una “alianza intolerable” que pone en peligro la seguridad nacional de Estados Unidos.
La respuesta de la mandataria fue contundente en desmontar los bulos propalados por la administración de Donald Trump y recordarle a su par que toda cooperación debe darse en un marco de irrestricto respeto a la soberanía mexicana. Con respecto a la goebbelsiana reiteración de que México no colabora para atajar el tráfico de fentanilo, cabe recordar que entre 2019 y 2023 los decomisos de esa droga se incrementaron 1079 por ciento frente al sexenio antepasado, se desmantelaron m 1788 laboratorios clandestinos y se causó un quebranto de 1.6 billones de pesos a las arcas de la delincuencia organizada.

Lo que esperamos son luchas de masas proletarias tan fuertes y generalizadas como las de las décadas de 1960 y 1970 mencionadas anteriormente. Países como Polonia e India también han sido industrializados y pasado por formas particulares de integración en los mercados globales o regionales, y experimentado luchas sociales provocadas por el impacto de estos acontecimientos en los proletarios y los campesinos. Pero dado el papel clave de China en las cadenas mundiales de producción y comercio, tales luchas serían particularmente influyentes y disruptivas.
Los trabajadores chinos han experimentado mejoras materiales en las últimas tres décadas, y estas fueron en parte concesiones a sus demandas y luchas. Sin embargo, el período de rápido crecimiento y concesiones del capital terminó, por lo que las preguntas son cuándo y cómo los trabajadores en China podrán volver a organizar luchas masivas y si estas luchas pueden “transgredir las fronteras” y conectarse con las de otras regiones.
Sin embargo, seamos realistas. Mientras que en China la represión estatal se emplea para mantener las luchas sociales pequeñas y aisladas, en otras partes del mundo, muchos grandes movimientos sociales parecen estar lidiando principalmente con los efectos de las múltiples crisis o con los efectos de los conflictos dentro de las clases dominantes, conflictos que conducen a la política reaccionaria y al surgimiento de movilizaciones masivas reaccionarias. Algunos de los movimientos sociales bastante progresistas son masivos, pero siguen siendo en gran medida defensivos y se desarrollan “en reacción” a las dificultades económicas, las medidas estatales autoritarias, las amenazas ambientales o el deterioro de las condiciones de los trabajadores, los migrantes o las mujeres.
Hasta ahora, en la práctica, no hay suficientes conexiones sustanciales entre estos movimientos, por ejemplo, entre los movimientos ambientales y obreros o entre movimientos en diferentes países, a pesar de las referencias e intercambios verbales. Y estos movimientos no desarrollan ni tienen ningún proyecto revolucionario destinado a romper el sistema de fronteras entre los estados nacionales que divide a los proletarios ni tienen como objetivo derrocar las relaciones capitalistas y patriarcales a nivel mundial. Tal vigor revolucionario puede expresarse aquí y allá, pero aún no se ha vuelto dominante en ninguna parte.
Esto me lleva a la cuestión de la solidaridad. Sin duda, la izquierda no puede tomar un atajo y sustituir la falta de un movimiento revolucionario. Puede lidiar con la situación tal como es y desarrollar prácticas que puedan facilitar el surgimiento de tal movimiento en el futuro. Ya mencionaste la necesidad de estar al lado de los trabajadores, las activistas feministas, las minorías oprimidas y otras fuerzas sociales en China.
En el caso de China, tenemos que abordar ambos lados del conflicto de clases. Por un lado, teniendo en cuenta la represión y la censura, una forma importante de solidaridad es hacer que las voces de los trabajadores, feministas y otros chinos sean escuchadas e incluir su situación y luchas en nuestros debates e intervenciones. Por otro lado, el PCCh finge ser socialista y encubre sus políticas capitalistas, nacionalistas, racistas y patriarcales que lo convierten, esencialmente, en un régimen de derecha. Por lo tanto, la solidaridad con los movimientos sociales progresistas y las fuerzas de oposición de izquierda en China exige que los apoyemos en sus luchas contra el capital nacional y extranjero, así como frente al régimen de derecha del PCCh y su forma de gobierno autoritario.
Referencias
Andreas, Joel. 2019. Disenfranchised: The Rise and Fall of Industrial Citizenship in China. New York, NY: Oxford University Press.
Chuang. 2019. ‘A State Adequate to the Task: A Conversation with Lao Xicaption-attachment-29104″ class=”wp-caption-text”>Karoline Leavitt, vocera de la Casa Blanca, en conferencia de prensa el pasado 31 de enero, divulgó un infamante documento contra el Gobierno de México.
En sólo cuatro meses, el Gobierno de Sheinbaum confiscó más de 20 millones de dosis de fentanilo. Mientras tanto, Estados Unidos toleró el tráfico de armas hasta un extremo rayano en la complicidad: cada año entran de manera ilegal a territorio mexicano alrededor de 200 mil armas de fuego, la inmensa mayoría de ellas, a través de la frontera norte. Frente a las incautaciones de 70.571 artefactos efectuadas por autoridades mexicanas de los tres niveles de Gobierno, Washington apenas aseguró 2.955 dispositivos mediante su operación Southbound: un raquítico 1.5 por ciento del flujo anual.
En cuanto al lavado de dinero, en 2020 el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) encontró que Deutsche Bank, Bank of New York Mellon, Standard Chartered, JPMorgan y HSBC movieron más de dos millones de millones de dólares en operaciones clasificadas como “actividades potenciales de lavado de activos”. Esta cifra surgió únicamente del 0.2 de los documentos sobre procedimientos bancarios turbios analizados por ICIJ, y no motivó ningún seguimiento por parte de Washington para desconectar la inmensa lavadora de dinero ilícito que es la economía estadunidense.
Pese a la gravedad de las acusaciones vertidas por el magnate mandatario y su oficina, hay razones para pensar que él mismo es consciente de su falsedad y que, como ha hecho en toda su carrera empresarial y política, miente sin recato para conseguir sus objetivos. Sólo así se explica que unas horas antes de la enésima agresión de Trump contra México su secretario de Defensa, Pete Hegseth, haya acordado con su homólogo, el general Ricardo Trevilla Trejo, y con el secretario de Marina, almirante Raymundo Morales Ángeles, mantener una estrecha comunicación y coordinación entre sí para proteger a los ciudadanos y territorios de ambas naciones. ¿Qué sentido tendría reafirmar la cooperación de defensa con un Gobierno al que considerase aliado del crimen organizado?

Cabe saludar la firmeza de la presidenta Sheinbaum para afrontar uno de los ataques más graves contra el país en décadas y reiterar el llamado a la unidad nacional a fin de hacer frente a las pretensiones trumpianas de extorsionar a México mediante aranceles que violentan todos los principios del sistema económico global construido –por las buenas y por las malas– por el propio Estados Unidos, y violan de manera flagrante el acuerdo comercial de América del Norte (T-MEC) impulsado por Trump.
Al hacer suya la narrativa del magnate y alinearse con los sectores militantemente racistas y xenófobos de la sociedad estadunidense, los miembros y simpatizantes del ultraconservador Partido Acción Nacional (como otros elementos de la oposición política y mediática) no hacen sino confirmar por qué los ciudadanos los han repudiado en las urnas y por qué hoy por hoy se encuentran en el basurero de la historia.
La Jornada, México.