Batallas de la sensibilidad: el populismo como alternativa al fascismo

POR LUCIANA CADAHIA /

La crisis del neoliberalismo contemporáneo puede ser experimentada como un retorno de lo político, y si prestamos atención a la forma de este retorno, a la brecha interna que se abre tras este fracaso epocal, descubrimos que se organiza bajo la forma de un momento populista. A su vez, la configuración de este momento se expresa como un conjunto disperso de demandas de los de abajo y temor inconfesado por los de arriba. Por eso, esto nos recuerda a lo que decía Marx en el Manifiesto comunista, cuando afirmaba que el estigma hacia el comunismo era el reconocimiento inconfesado del poder que tenía para transformar las relaciones de fuerzas en el campo de la política. Pero es preciso comprender que este momento populista tiene dos rostros: uno reactivo e inmunitario y otro emancipador y progresivo.

Existe una delgada línea que separa a uno de otro, y muchas veces se tiende a identificar al populismo con algunas de sus derivas autoritarias. Sin embargo, estas reducciones se deben al hecho de que tratan de pensar el populismo desde las clásicas coordenadas de izquierda-derecha y se pierde de vista lo que hay en juego. Usualmente la izquierda se ha reconocido en la consigna del “cambio” y la de derecha en la forma de la “conservación”. Del lado de la izquierda es curioso que esta búsqueda del cambio constante se haya traducido, paradójicamente, en un repliegue identitario, una especie de conservación de las esencias del cambio verdadero. Y el reverso de esta actitud ha sido la de convertir toda transformación política materialmente existente en algo insuficiente, falaz y engañoso. Una forma de la sospecha que termina por asumir la lógica acusatoria y paranoide hacia todo aquello que no está a la altura del deseo propio.

Por otra parte, esta voluntad de cambio permanente ha expresado serias dificultades para conservar lo instituido, a la vez que ha prevalecido la pulsión disgregadora en múltiples identidades diferenciadoras incapaces de articular con lo otro. Del lado de la derecha llama la atención la capacidad que ha tenido para apropiarse de los recursos de la izquierda, al punto de hegemonizar la consigna del cambio como un sentimiento difuso de realización privada e individual. Tan es así que este término se ha convertido en varios de los eslóganes de campaña de la derecha latinoamericana. Su mayor conquista ha consistido en lograr una identificación entre la propia insatisfacción privada y el anhelo difuso de un cambio abstracto y carente de cualquier anclaje en la realidad. Así, el cambio por el cambio se muestra como el motor del goce capitalista que sostiene a las subjetividades contemporáneas.

Por todo esto, y si bien el juego cambio-conservación ha dado mucho de sí y en algún momento fue clave para perfilar las alternativas políticas, considero que hoy funciona como una estrategia de la derecha para mantener neutralizada las alternativas de la izquierda.

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@lucianacadahia